martes, 3 de abril de 2012

El tiempo y sus tejemanejes


¿ Qué poeta, pensador, filósofo o soñador no ha hablado sobre el tiempo y sus matices?

Sobre lo deprisa que corre cuando crecen los hijos… lo despacio que pasa cuando dos amantes están separados… la carencia del poder que no tenemos de pararlo en el primer beso, o de hacer que vuele cuando nos vemos atrapados en la vida, estancados… cuando no le encontramos sentido a nada de lo que estamos haciendo, porque no se parece absolutamente en nada a lo que habíamos pensado hacer.

Cuando decides abrir los ojos y caminar, como bien dice la canción, no hay aún camino, se hace el camino al andar.

Eliges un destino, otra ciudad, otra casa, otro país. Dependiendo de los medios económicos, el apoyo o las metas futuras ansiadas. Coser y cantar pensamos todos. Un caminante cuando despierta siempre lleva como bandera el lema de que con esfuerzo y trabajo, todo saldrá.

Pero, ¿ Y si no?, ¿ es que, queridos caminantes, todos nos hemos equivocado? ¿ No era tan fácil?... La rabia te llena, cuando ves que el tiempo está pasando y sigues sin tan siquiera acercarte a los sueños de la juventud… a la insolencia de la juventud… pues es arrogancia pura lo que nos inunda cuando no se nos valora como pensamos que se debería valorarnos. 
Es ignorancia pensar que sólo por haber comenzado a andar deberían darnos puestos mejores, cargos más altos, o un reconocimiento, aunque fuere eventual…

Y no miras alrededor. Tal vez una persona especial te esté regalando una sonrisa diaria, acompañada de una mirada de felicidad, pues está agradecida de que tu comenzaras tu aventura.

El camino que andas, querido caminante, lo estás haciendo tú día tras día. El tiempo no vuela, no corre, no se escapa, no se para…el tiempo no cura, el tiempo no es un doctor…el tiempo es tiempo , nada más. No se pierde por no tenerlo en cuenta.

El tiempo se vive, a cada segundo, cada minuto, cada hora.
El tiempo se respira, se inhala, se suspira, se toca, pues todo lo que tocas es algo en el tiempo…

El caminante libre, sabe, que el tiempo no importa más que una hoja.
Nadie te prohibe pensar a las cinco de la madrugada, o escribir a las siete, reírte a las ocho o follar a las once.

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